miércoles, 25 de noviembre de 2009

Decálogo técnico del llamado por Samuel O. Libert

Años atrás me atreví a redactar y publicar un sencillo «decálogo técnico» con recomendaciones prácticas sobre el llamado a hacer decisiones públicas. Permítanme reproducirlo, con pequeñas modificaciones:

1. SEA BREVE, pero no «corte» la invitación si ve que la gente sigue llegando a la plataforma o está en camino.

2. SEA CLARO, explicando qué clase de invitación hace, por qué, para qué y de qué manera visible hay que indicar la decisión (levantando la mano, poniéndose de pie, pasando al frente, etcétera).

3. SEA CONCRETO, haciendo notar que la invitación se dirige a los visitantes, y no a los miembros de la iglesia, informándoles que pueden tomar una decisión aunque sea la primera vez que asistan, que no importa su religión, ni su cultura, ni su condición social, y que se trata de responder «si» o «no» a Jesucristo.

4. SEA SINCERO. No haga una invitación fácil, enfatizando las ofertas y ocultando las demandas del evangelio. No es asunto de preguntar si están de acuerdo con lo que usted ha dicho o con la doctrina, sino si quieren aceptar a Cristo como Señor y Salvador, y comprometerse a seguirlo y obedecerlo.

5. SEA HONESTO. No manipule a la gente, no utilice durante la invitación recursos melodramáticos, ilustraciones «lacrimógenas» o terroríficas, ni historias trágicas. No prometa cosas que usted mismo no sabe si se van a producir. Recuerde que no es bueno crear artificialmente una serie de emociones que pueden enmascarar los genuinos sentimientos engendrados por el Espíritu Santo.

6. SEA PRACTICO, informando con exactitud cuál es el propósito de los consejeros, si los hay, y cómo identificarlos. Diga qué deben hacer las personas que pasan al frente, a fin de evitar confusiones. Al mismo tiempo, sugiera que quienes hayan tomado una decisión sean esperados durante unos momentos por sus familiares o acompañantes, porque los consejeros no se extenderán demasiado tiempo.

7. SEA OPORTUNO y aproveche sanamente la ocasión para dirigirse desde el púlpito a todos los que hayan hecho decisiones, recomendándoles que desde ese mismo día empiecen a testificar e invitar a sus familiares, amigos, vecinos y demás relaciones, procurando guiarlos a un encuentro personal con Cristo y llevarlos a las reuniones de evangelización.

8. SEA FIEL a la sana doctrina y recuerde en su interior que los verdaderos frutos son obra del Espíritu Santo. Haya o no haya resultados visibles, dé la gloria a Dios.

9. SEA PRUDENTE. No permita que el trabajo de los consejeros o cualquier otra tarea que se haga para atender a los nuevos creyentes e interesados sea improvisado o cumpla con negligencia. Planifique y controle cada detalle, juntamente con los demás responsables.

10. SEA CUIDADOSO, porque muchas veces habrá «lobos vestidos de ovejas» pertenecientes a sectas falsas, los que se mezclarán con lo consejeros y pasarán al frente como si fueran recién convertidos, a fin de «asesorar» a los que han tomado decisiones o identificarlos. Luego al salir de la reunión, los acompañarán con el propósito de obsequiarles su propia literatura e invitarlos a cursillos inculcándoles sus doctrinas heréticas.

Lectura frecuente de la Sagrada Escritura por San Juan Crisóstomo s. IV.

Queridísimos, es una cosa muy buena la lectura de las divinas Escrituras. Da sabiduría al alma, eleva la mente al cielo, hace al hombre agradecido, nos impulsa a no admirar las realidades de aquí abajo, sino a vivir con el pensamiento puesto allá arriba, a realizar todas nuestras obras con la mirada fija en la recompensa que nos dará el Señor, a dedicarnos al trabajo de la virtud con gran entusiasmo. Gracias a ellas, podemos conocer la providencia de Dios, siempre dispuesta a prestar auxilio; la valentía de los justos, la bondad del Señor, la grandeza de los premios. Nos pueden impulsar a imitar fervorosamente la piedad de hombres generosos, para no adormecernos en las batallas espirituales y para confiar en las promesas divinas antes de que se cumplan.

Por esto os exhorto: ¡leamos con mucha atención las Escrituras divinas! Alcanzaremos su verdadera comprensión si nos dedicamos siempre a ellas. No es posible, en efecto, que quien demuestra gran cuidado y deseo de conocer las palabras divinas se quede en la estacada. Incluso si no tiene ningún maestro, el Señor mismo entrará en nuestros corazones, iluminará nuestra inteligencia, nos revelará las verdades escondidas; será Él nuestro Maestro en lo que no comprendamos, con tal de que nosotros estemos dispuestos a hacer lo que podamos (...).

Cuando tomamos en nuestras manos el libro espiritual, hemos de poner en vela nuestro espíritu, recoger nuestros pensamientos, echar fuera cualquier preocupación terrena. Dediquémonos entonces a la lectura con mucha devoción, con gran atención, para que se nos conceda que el Espíritu Santo nos guíe a la comprensión de lo que está escrito, sacando así gran utilidad. Aquel hombre eunuco y bárbaro, ministro de la reina de los etíopes, que era un hombre importante, no descuidaba la lectura de la Escritura ni siquiera cuando estaba de viaje. Teniendo en sus manos al profeta [Isaías], leía con mucha atención, incluso sin comprender lo que tenía ante sus ojos; pero como ponía de su parte cuanto podía -diligencia, entusiasmo y atención-, obtuvo un guía (cfr Hech 8,26-40).

Considera, por tanto, qué gran cosa es no descuidar la lectura de la Escritura tampoco durante los viajes, ni yendo en carro. Escuchen esto quienes ni siquiera en su propia casa admiten que haya que leer la Sagrada Escritura, con la excusa de que conviven con su mujer o militan en el ejército, porque están preocupados por los hijos, dedicados al cuidado de los parientes, o comprometidos en otros negocios.

Ese hombre era eunuco y bárbaro: dos circunstancias suficientes para que hubiese sido negligente. Otros factores eran su dignidad y sus grandes riquezas, y el hecho de viajar en una carroza, pues no es fácil dedicarse a la lectura cuando se viaja así; más aún, resulta costoso. Y, sin embargo, su deseo y su celo superaban cualquier impedimento. Hasta tal punto estaba enfrascado en la lectura, que no decía lo que muchos repiten en el día de hoy: "No entiendo lo que contiene, no logro comprender la profundidad de la Escritura; ¿por qué, pues, voy a sujetarme inútilmente y sin fruto a la fatiga de leer, sin que nadie me guíe?". Nada de eso pensaba aquel hombre, bárbaro por la lengua pero sabio por el pensamiento. Creía que Dios no lo despreciaría, sino que le mandaría alguna ayuda de lo alto, con tal de que él hubiese puesto lo que estaba de su parte, dedicándose a la lectura. Por eso, el Padre benigno, viendo su íntimo deseo, no le descuidó ni le abandonó a sí mismo, sino que le mandó enseguida un maestro.

Este bárbaro está en condiciones de ser maestro de todos nosotros: de quienes llevan una vida privada, de quienes están enrolados en el ejército, de quienes gozan de autoridad. En una palabra, puede ser maestro de todos; no sólo de los hombres, sino también de las mujeres -tanto más que siempre están en casa-, y de los que han elegido la vida monástica. Aprendan todos que ninguna circunstancia es obstáculo para leer la palabra divina, que es posible hacerlo no sólo en casa, sino en la plaza, de viaje, en compañía de otros o cuando estamos metidos en plena actividad. Si nosotros hacemos lo que está en nuestra mano, pronto encontraremos quien nos enseñe. Porque el Señor, viendo nuestro afán por las realidades espirituales, no nos despreciará, sino que nos mandará una luz del cielo e iluminará nuestra alma. No descuidemos, por tanto -os lo ruego-, la lectura de la Escritura.

jueves, 12 de noviembre de 2009

EL LIDER CRISTIANO, UN SIERVO DE DIOS por José O. Telmo

Intento volcar aquí una serie de lecturas que realicé sobre el tema del liderazgo cristiano hechas hace bastante tiempo pero que siguen teniendo la validez debido a su oportuno contenido. Fue dirigida inicialmente a líderes de adolescentes y jóvenes pero que por su tenor, bien pueden ser aplicadas a todos aquellos que desempeñan funciones con responsabilidad pública entre el pueblo de Dios. Con algunas modificaciones y actualizaciones obligatorias, las ofrezco rogando a Dios que puedan resultar de provecho como lo fueron para mí.
Por José Omar Telmo

I. INTRODUCCION

No sé por qué extraña razón muchos creyentes piensan que el estudio de la teología es algo tan abstracto que no resultará en utilidad alguna para el que desea servir a Dios. Oponen la tarea ministerial a la reflexión teológica y la pasión del servicio a la actividad intelectual. Mi pensamiento es que esos asuntos son necesarios conjuntamente y conviven perfectamente. Exhibo como prueba de ello la vida y obra del apóstol Pablo.
Si de algo nos va a servir la teología es que nos permita vivir según la piedad cristiana y en el centro de la voluntad de Dios. Si nos ofrece algo menos que eso, no es digna materia de ocupación del creyente en Cristo.
Pero he aquí la formación en teología debe ser de naturaleza espiritual, enfatizando la santidad progresiva y la manifestación creciente del fruto del Espíritu Santo. Nos atrevemos a afirmar que otra clase de mujeres y hombres no están en la mente de Dios. Me permito compartirles mi visión sobre la formación de los líderes en esta breve reflexión apuntando al corazón del tema, dejando para una mejor ocasión consideraciones más extensas.


Dame un hombre de Dios, un hombre,
Cuya fe sea la que dirija su mente,
Y enderezaré todos los errores
Y bendeciré el nombre de toda la humanidad.

Dame un hombre de Dios, un hombre,
Cuya lengua esté ungida con fuego del cielo,
Y haré arder oscuros corazones
Con gran resolución y limpio deseo.

Dame un hombre de Dios, un hombre,
Un poderoso profeta del Señor,
Y yo traerá paz sobre la tierra,
Conseguida con oración y no con espada.

Dame un hombre de Dios, un hombre,
Cuya visión sea verdadera,
Y yo reconstruiré vuestras ruinosas capillas
Y traeré las naciones a sus rodillas.

Dame hombres que igualen a mis montañas,
Dame hombres que igualen a mis valles,
Hombres con imperios en sus propósitos,
Hombres con épocas en su forma de pensar.

George Liddell (Traducción Carlos Egea)

II. DESARROLLO

Leía hace poco a Alberto F. Roldàn así: «Vivimos en un mundo caracterizado, entre otros factores, por la globalización, la posmodernidad y el pluralismo. Todo está sometido a cambios -como siempre ha sido en la historia- sólo con un detalle: los cambios, ahora, son más profundos y más vertiginosos.» La sociedad como organismo vivo que es, recurrentemente se enfrenta a distintas crisis. Actualmente una de las más severas que enfrenta es la del liderazgo. Dentro de "la casa de Dios" se sufre en mayor grado esta crisis. ¿Saben por qué? Porque la crisis de liderazgo es una crisis de carácter, de relaciones personales, de prioridades y de ética.
Continuamente oímos de problemas que esto genera. Quejas y críticas, rencillas y entredichos, desencuentros y rupturas se multiplican dejando una triste secuela de desánimo colectivo, indiferencia por la obra, apatía espiritual, enconos profundos difíciles de desarraigar; en definitiva, toda una sensación de fracaso e impotencia espiritual. La cuestión insoslayable es: ¿qué debemos hacer?
Un buen líder "súperhombre" es la solución, proclaman algunos. Otros predican que "Basta una buena organización disciplinada". También los hay que promueven "actividades novedosas" para mantener un atractivo engañoso. ¿Qué podemos hacer?
Nada de eso. La Biblia, la Palabra de Dios inerrante, infalible, eterna y autoritativa enseña que lo que Dios necesita son hombres y mujeres dispuestos, solícitos, que se entreguen en sus manos y El, entonces, hará la obra que tiene que hacer. Alguien lo escribió de esta forma: «En una gran medida, según la pureza y las perfecciones del instrumento será el éxito. No es tanto los grandes talentos lo que Dios bendice como la semejanza a Jesús. Un ministerio santo es un arma asombrosa en las manos de Dios.»
¿Hacen faltan los ejemplos bíblicos? Aquí van algunos. El más conocido y puesto en primer lugar generalmente es Nehemías. Nehemías es presentado en La Biblia como el hombre que comenzó, continuó y culminó una obra. Esa es la principal lección que hemos de aprender.
También tenemos estos ejemplos:
 Moisés = Éxodo 3 :10
 Josué = Josué 1:2ss
 Gedeón = Jueces 6:14
 Samuel = 1 Samuel 3 :10
 David = 1 Samuel 13 :14 y Salmo 89 :20
Y en el Nuevo Testamento se nos enseña que Cristo dio dones a los hombres y luego dio esos hombres dotados a su Iglesia. Hombres que voluntariamente se dieron primeramente al Señor y luego a su pueblo (Efesios 4:7-12; 2 Corintios 8:5; 3 Juan 7).
 Pablo = Hechos 9:5-6
 Timoteo = 1 Timoteo 4:12, 6:11, 2 Timoteo 4:5
 Tito = Tito 2:15
 Pedro y Juan = Hechos 1:15, 2:14, 3:1, 4:8,13
 Esteban y diáconos = Hechos 6:1-7, 15; 7:59-60
 Los apóstoles = Mateo 19:27
Si algo nos enseña estos textos, es que Dios está buscando a cierto tipo de hombre. Plugo a Dios hacer su obra con instrumentos humanos falibles pero perfeccionados por su trabajo disciplinario. Consideren los siguientes pasajes:
"Jehová se ha buscado a un varón conforme a su corazón" (1 Samuel 13:1).
"Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción." (Salmo 89:2).
"Miré, y no había hombre" (Jeremías 4:25).
"Recorred las calles de Jerusalén, y mirad...si halláis hombre...que haga justicia que busque la verdad; y yo le perdonaré" (Jeremías 5:1).
"Y busqué entre ellos hombre...que se pusiese en la brecha" (Ezequiel 22:30).
"¿Por qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar?" (Isaías 50:2).
Sí, Dios está buscando una clase de hombre. Cuando Dios halla a un hombre que se ajusta a su carácter espiritual y que gustosamente paga el precio del discipulado, El lo usa hasta el máximo a pesar de sus defectos y limitaciones.
La necesidad más urgente de la iglesia, si ha de cumplir con su obligación en esta generación, es un liderazgo que sea autoritativo (porque la gente ama ser guiada por alguien que sabe adónde va y que inspira confianza), espiritual (porque un liderazgo que no lo es, puede ser plenamente explicado en términos naturales) y sacrificado (porque el modelo es la vida de nuestro Señor que se dio a sí mismo por todo el mundo).
El liderazgo es a menudo visto como el producto de dotes naturales, de rasgos de personalidad, capacidad intelectual, fuerza de voluntad, vigor y entusiasmo. Los líderes espirituales no son hechos por elección o nombramiento, no por hombres. Solo Dios puede hacer un líder. El liderazgo espiritual es cosa del Espíritu y únicamente conferido por Dios.
Los requisitos de Dios deben ser cumplidos en secreto antes de que El los honre en público. Y esto, ¿por qué? Porque los creyentes inmaduros hacen líderes ineptos. Por eso Dios los prueba primero.
En Hebreos 2:10 y 12:2 se nos muestra a “nuestro Señor Jesucristo como: El líder y exponente perfecto de la fe. El originó el principio de la fe (confianza) en Dios y El perfeccionó el desarrollo de la fe al renunciar a su gloria original, al humanarse, andar por la tierra como un ser dependiente y sobre todo al entregarse para morir en la cruz." En todo Cristo es el ejemplo supremo. Veamos estos otros textos:
"Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve." (Lucas 22:27 ).
"Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos." (Marcos 10:45).
¿Qué nos enseña?
Si algo nos enseña es que el líder desde el punto de vista bíblico no es uno a quien las personas siguen sino uno quien sirve a las personas. El líder no es señor de algunos sino siervo de todos. No importa el número de simpatizantes ni la clase de apoyo que recibe sino su actitud de servicio.
Nosotros hablamos de liderazgo pero Cristo habla de servicio. Es necesario repetirlo para entenderlo bien. El buen líder en las Escrituras no es evaluado por el número de seguidores sino por la calidad de su servicio, a quienes mejor sirve. Nosotros hablamos de genio político pero Cristo habla de humanidad transparente. Nosotros hablamos de importancia personal pero Cristo habla de humildad genuina. Nosotros hablamos de inteligente habilidad pero Cristo habla de honestidad absoluta. Hablamos distinto lenguaje. Manejamos distintos conceptos.
Cristo mismo ilustró con su vida la enseñanza. El vino a servir y dar su vida. Un siervo, no una celebridad. Nosotros en cambio sufrimos del "síndrome de la celebridad". Dios utiliza siervos no líderes. No se trata de una cuestión de palabras o de nombre, sino de actitud. En sus cartas Pablo se presenta como "esclavo" o "siervo" o a lo sumo como "apóstol de Jesucristo"; nunca como líder. Es más, en cierta parte él dice cómo los hombres deben llegar a ver a los líderes cristianos: "Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios." (1 Corintios 4:1). Nos está diciendo que el ministro de Dios está para ¡servir!, no para liderar.
No es que no haya líderes. Los hay, gracias a Dios por ello. El tema es que del punto de vista de Dios sólo se ven siervos, aunque del nuestro divisemos líderes. Pero nunca debemos olvidar el punto de vista divino, es el que importa.
Dios está buscando esa clase de hombres y mujeres que desea transformar en guías de su pueblo. Su Espíritu preparará el temple de ese escogido creyente según el horno de su prueba hasta que esté listo para un eficaz servicio. No nos engañemos, es el método de Dios. Ninguna otra cosa se puede emplear en su reemplazo: ni institutos por buenos que sean; ni cursos por rápidos que fueren; ni técnicas por fructíferas que resultaren. Es necesario armarse de tal pensamiento: sólo Las Escrituras dan una respuesta definitiva para formar esa clase de hombres que a la larga serán los utilizados por Dios tan poderosamente en beneficio de su iglesia y de la sociedad toda.
Un drama tras bambalinas se está desarrollando y como complacientes espectadores ignoramos el peligro que se está gestando. Una plaga silenciosamente se está propagando. ¿De qué estamos hablando sino del analfabetismo escritural que impide el crecimiento espiritual de los líderes, de sus familias y de las iglesias bajo su cuidado? En el altar de las ideas de moda sacrificamos las sagradas letras y obtenemos el pobre premio de un éxito pasajero. Hoy pan, mañana hambre. Nos resistimos a tomar de La Biblia el modelo para el liderazgo cristiano. Nos cuesta entender que es Dios quien llama a los hombres al liderazgo en nuestro tiempo y pocos de nosotros somos buenos líderes. De hecho, cuando estamos bajo ataque por una cultura que desafía la autoridad de Dios, nos vemos tentados a rendirnos rápidamente.
En palabras de don Horacio Alonso decimos que «la formación de un siervo es un acto de Dios». Los ejemplos citados más arribas respaldan la afirmación. Es un acto de Dios soberano y solo sabio. Como corolario de lo anterior podemos decir que cuando Dios levanta a un siervo suyo nadie podrá impedirlo. Pero el problema en esto es que en cierto modo nos rendimos a la presión de nuestro entorno en temas como el liderazgo y en vez de emplear el modelo bíblico, nos dejamos seducir por los buenos razonamientos del mundo. Optamos por las bien intencionadas conclusiones de hombres sin duda capaces pero carentes de formación bíblica y entonces, fallamos. La obra de Dios se hace a su manera o no se hace.
Un ejemplo lo tenemos en la adopción de algunos siervos de Dios de los principios del liderazgo de Rudolph Giuliani, quien expresa sus conceptos de esta manera: «Mi experiencia como fiscal de los Estados Unidos y los lamentables acontecimientos que he tenido que atravesar como alcalde de Nueva York, me demostraron que para ser un líder exitoso una persona debe tener seis principios básicos:
 Creencias y principios firmes que oficien de guía.
 Ser optimista y poseer aspiraciones frente a los problemas.
 Tener coraje. Esto no significa no tener miedo sino saber manejarlo.
 Estar preparado y capacitado para tomar decisiones en cualquier situación.
 Fomentar el trabajo en equipo, equilibrando fortalezas y debilidades.
 Comunicar de forma eficaz lo que espera de los demás.»
¿No son cosas correctas y que dicta el sentido común? Muy buenas por cierto pero ¿surgen del análisis del texto bíblico? ¿No sería mejor invertir tiempo para averiguar sus fundamentos en Las Escrituras? Veamos lo que espigaron otros hermanos indagando sobre el tema.
Aunque el liderazgo es una obra de Dios, Las Escrituras nos muestran que los cristianos participan en este proceso. Hay algo que Dios espera encontrar en ellos como respuesta a su gran amor. Algo central e imprescindible. Pronto se descubre en ese creyente que el Evangelio ha impactado su corazón, una transformación ocurrió en su vida, ha nacido una actitud nueva.

Ahora estamos en condiciones de mirar a las características de un buen líder:
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que tiene un solo gran propósito en su vida (1 Timoteo 4:15, Mateo 6:24).
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que, por la gracia de Dios, se ha desprendido de todo aquello que pueda trabar su vida. (Hechos 20:24, Filipenses 3:7-9)
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que se ha puesto totalmente a disposición de Dios. (Salmo 101:6, Juan 12:26)
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que ha aprendido a perseverar en la oración. (Colosenses 1:3, 1 Tesalonicenses 1:3, Efesios 6:18)
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que se dedica al estudio de su Santa Palabra. (Salmo 119:11, 1 Timoteo 4:13-15, Salmo 1:2, Romanos 7:22)
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que tiene un mensaje vivo que dar al mundo perdido. (2 Timoteo 4:1-2, Hechos 20:24, Romanos 10:14-15)
 El hombre a quien Dios utiliza es el hombre de fe, que espera ver resultados. (Gálatas 4:11,19; 1 Corintios 15:58, 1 Tesalonicenses 3:5-8)
 El hombre a quien Dios utiliza es aquel que actúa bajo la unción del Espíritu Santo. (Hechos 1:8; 6:3,5; Efesios 5:18, Deuteronomio 34:9).

«Alguien ha dicho que el estudio apropiado de la humanidad es el hombre. Es igualmente cierto que el estudio apropiado para los elegidos de Dios es Dios mismo. La ciencia más elevada, la especulación más encumbrada, la filosofía más vigorosa, que puedan jamás ocupar la atención de un hijo de Dios, es el nombre, la naturaleza, la persona, la obra, los hechos, y la existencia de ese gran Dios a quien llamamos Padre. El conocimiento acerca de Dios tiene una importancia crucial para el desarrollo de nuestra vida. Debemos procurar que el estudio de Dios nos lleve más cerca de El. Lo importante es conocer a Dios, no acerca de Dios. Hay diferencia entre conocer a Dios y el mero conocimiento acerca de Dios.»
Hemos sido hechos para conocer a Dios (Juan 17:3, Jeremías 9:23-24, Oseas 6:6, 2 Corintios 5:16). El conocer a Dios es cuestión de trato personal, tratar con Dios; es cuestión de compromiso personal, es una relación emocional, intelectual y volitiva. Pero especialmente es una cuestión de gracia, la iniciativa parte invariablemente de Dios. Lo que interesa por sobre todo es el hecho de que El me conoce a mí.
Para el hombre que conoce a Dios, las pérdidas que sufre y las "cruces" que lleve cesan de preocuparlo; lo que ha ganado sencillamente elimina de su mente dichas cosas. ¿Qué otro efecto tiene sobre el hombre el conocimiento de Dios sino la sublime recompensa de dialogar con el Ser más grande del universo?
He aquí algunas pruebas para evaluar nuestro conocimiento de Dios:
 Quienes conocen a Dios despliegan gran energía para Dios (Daniel 11:32). Los hombres que conocen a su Dios son antes que nada hombres de oración; y el primer aspecto en que su celo y su energía por la gloria de Dios se ponen de manifiesto es en sus oraciones. El fruto del verdadero conocimiento de Dios es la energía para obrar en pro de la causa de Dios, energía, ciertamente, que sólo puede encontrar salida y alivio para esa tensión interior cuando se canaliza mediante dicha clase de oración.
 Quienes conocen a Dios piensan grandes cosas de Dios (Daniel 4:5, 26 y 5:21). Daniel nos dice la verdad de ese gran Dios que domina la historia y nos muestra su Soberanía en actos de juicio y misericordia tanto para con los individuos como con las naciones, según su propia voluntad. ¿Podemos decir que este tremendo sentido de su Santa Majestad, de su perfección moral, y de su misericordiosa fidelidad nos mantienen humildes y dependientes, sobrecogidos y obedientes, como lo fue en el caso de Daniel?
 Quienes conocen a Dios evidencian gran denuedo por Dios (Hch.5:29, 20:24). "Atráeme, en pos de tí correremos" (Cant.1:4). Es el espíritu de todos los que conocen a Dios. Puede ocurrir que encuentren extremadamente difícil determinar el curso correcto de acción que deben seguir, pero una vez que están seguros lo encaran con decisión y firmeza. No les molesta que otros hijos de Dios no piensen como ellos y no los acompañen. Mirad a Josué, Elías, Juan el Bautista y el apóstol Pablo.
 Quienes conocen a Dios manifiestan gran contentamiento en Dios (Ro.8:18-39, Fil.4:11-12, 18; Sal.73:25). No hay paz como la paz de aquellos cuya mente está poseída por la total seguridad de que han conocido a Dios, y de que Dios los ha conocido a ellos, y de que dicha relación garantiza para ellos el favor de Dios durante toda la vida, a través de la muerte, y de allí en adelante por toda la eternidad. Solamente los que han buscado al Señor Jesús hasta encontrarlo son los que pueden pararse ante el mundo para dar testimonio de que han conocido a Dios.
Confesemos que mucho de nuestro liderazgo hoy es improvisado, superficial y un tanto egocéntrico. Confesémosle a Dios que ya no podemos seguir así. Ya es hora de que nos consagremos definitivamente a Él (Romanos 12:1-2), porque la gloria de la Persona que llama así lo requiere, porque la dignidad del ministerio así lo demanda y porque el tribunal de Cristo está próximo.
El liderazgo actual debe ser uno bien preparado, en todas sus facetas, dice Lucas Leys hablando de los cualidades de los líderes juveniles. ¿Acaso osamos aplicar algo menos para el resto del servicio cristiano?

III. ORACION DEL SIERVO DE DIOS

"Señor, no me pertenece a mí el cuidado
de si muero o vivo;
mi parte es amarte y servirte,
y esto debe darlo tu gracia.

Si la vida es larga, estaré contento
de que pueda obedecer mucho tiempo;
si corta...¿por qué habría de estar triste
de remontarme hacia el día interminable?"

IV. BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA
Alonso, Horacio A. "Avivamiento y plenitud del Espíritu Santo", LECSA, 1990.
“La formación de la generación futura”, Retiro de Ancianos y Colaboradores, Córdoba, material inédito, 1992.
Barber, Cyril J. "Nehemías: dinámica de un líder", Editorial Vida, 1990.
Campos, Oscar “Teología evangélica para el contexto latinoamericano”, Kairós Ediciones, 2004.
Cole, Edwin L. “Hombres fuertes en tiempos difíciles”, Editorial Betania, 1994.
Chafer, Lewis S. "El Hombre espiritual", Publicaciones Portavoz Evangélico, 1983.
Engstrom, Ted W. "Un Líder no nace, se hace", Ediciones Betania, 1980.
Giannelli, Américo “Liderazgo y trabajo en equipos”, PFByM, material de apoyo de clase, 2008.
Monroy, Juan A. “Hombres de fuego”, Editorial CLIE, 1979.
“La formación del líder cristiano”, Editorial CLIE, 1992.
Motyer, J. Alec "Construyendo con Dios: Nehemías", Ediciones Hebrón, 1980.
Nee, T.S.(Watchman) "El obrero cristiano normal", Ediciones Hebrón, 1979.
Orr, William W. "Como conocer la voluntad de Dios", Editorial CLIE, 1990.
Packer, James I. "Hacia el conocimiento de Dios", Logoi, 1979.
Rossier, H. "Estudio sobre el libro de Nehemías", Ediciones Bíblicas, 1981.
Rush, Myron D. "Liderazgo: Un enfoque bíblico a la administración", Editorial Unilit, 1985.
Sanders, J. Oswald "Liderazgo espiritual", Outreach Publications, 1980.
Smith, Oswald J. "El Hombre a quien Dios utiliza", World Literature Crusade Press, 1957.
Spurgeon, Charles H. "Discursos a mis estudiantes", Casa Bautista de Publicaciones, 1979.
Stott, John R.W. "Los desafíos del liderazgo cristiano", Ediciones Certeza Abua, 1990.
Swindoll, Charles R. “Cómo vivir sobre el nivel de la mediocridad”, Editorial Vida, 1990.
"Desafío a servir", Ediciones Betania, 1983.
Tozer, Arthur W. “La Búsqueda de Dios", Editorial Alianza-Christian Publications, Inc., 1977.

Urias Ben Semaías - Un desaparecido por Jorge A. Pluis

Esta es la historia de un valiente profeta contemporánero de Jeremías. En momentos difíciles de retroceso espiritual elevó su voz contra el pecado del pueblo y la elite gobernante. Fue amenazado de muerte y perseguido por su fidelidad al Señor. Tuvo que exiliarse en Egipto y de allí fue secuestrado por un grupo de tareas especiales enviado por el impío Joacim. Trasladado a Jerusalén sufrió el martirio y quedó “desaparecido” ya que su cuerpo fue arrojado en los sepulcros del vulgo. Podemos leer su dramática y heroica historia en Jeremías 26:20-23.


Urias, buen hijo del buen Semaías
lamenta tu muerte Quiriat-jearim.
Dijiste el mensaje que dio Jeremías.
Vibro por la tierra tu voz de clarin.

Palabra severa veráz proclamaste
Al pueblo que es duro de tanto pecar.
Al rey sus grande valientes enfrentaste
porque eras profeta de Dios en verdad.

Urías, Urías, escapa a la vida.
Egipto te libre del cruel Joacim.
El Dios de los cielos será quien decida
que viertas tu sangre de puro carmin.

Por gente siniestra serás secuestrado,
el grupo comando del fiero Elnatán.
Y en manos de malos serás entregado.
La palma de martir te concederán.

No tiene tu nombre la fama y la gloria
de santos varones que Dios suele usar.
Tus sienes no tienen laureles de victoria
ni tumba tu cuerpo para descansar.

No existe sepulcro donde ir a llorarte.
En fosa sin nombre sepultado estas.
Urías no importa. El Dios al que honraste
hará que tu nombre no muera jamas.

Perdiste en la tierra. Ganaste en el cielo.
¡Urías! ¡Urías! ¡Cuán grande tu honor!
Modelo de siervo que sirve con celo
y todo lo entrega por un bien mayor.

Mi turno es ahora de dar el mensaje
Y quiero entregarlo con fidelidad.
Tu ejemplo me ayuda, me infunde coraje
Urías servimos al mismo Jehová.

Jorge A. Pluis (Rosario Enero 06 de 2006 A.D.)

La vital importancia del discernimiento bíblico - por John MacArthur (Artículo extraído de Master’s Seminary Review)

En su más simple definición, discernimiento es más que la habilidad de decidir entre la verdad y el error, lo correcto y lo incorrecto. Discernimiento es el proceso de hacer distinciones cuidadosas en nuestros pensamientos acerca de la verdad. En otras palabras, la habilidad de pensar con discernimiento es sinónimo de la habilidad de pensar bíblicamente.
En la carta 1ª Tesalonicenses 5:21-22 se nos enseña que es la responsabilidad de cada cristiano poder discernir: "Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal." El apóstol Juan emite una advertencia similar cuando él dice, "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." (1ª Juan 4:1). De acuerdo con el Nuevo Testamento, el discernimiento no es algo opcional para el creyente sino que es requerido, exigido.
La habilidad personal de ejercer discernimiento en cada área de la vida es la clave para no comprometer la vida espiritual. Por ejemplo, no poder distinguir entre verdad y error deja al cristiano a la merced de cualquier tipo de enseñanza falsa. Las enseñanzas falsas dirigen a una mente no bíblica, que resulta en una vida sin frutos y en desobediencia -una receta para comprometer su vida.
Desafortunadamente, el discernimiento es un área en la cual la mayoría de los cristianos tropiezan. Exhiben muy poca capacidad para contrastar las cosas que les son enseñadas con el infalible estándar de la Palabra de Dios, y sin saberlo se meten en todo tipo de decisiones y comportamientos que no son bíblicos. En pocas palabras, no están preparados para tomar una postura bíblica contra la embestida de pensamientos y actitudes no bíblicas a los que se enfrentan a diario.
El discernimiento intersecta la vida cristiana en cada punto. Y la Palabra de Dios nos provee la necesidad del discernimiento acerca de cada asunto en nuestra vida. De acuerdo a Pedro, Dios "nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3). Es a través del "verdadero conocimiento de Él", que nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir la vida cristiana en este mundo caído. ¿Y de qué otra forma tenemos verdadero conocimiento de Dios más que de las páginas de su Palabra, la Biblia? De hecho, Pedro continua diciendo que ese conocimiento proviene de la concesión de Dios "por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas" (2 Pedro 1:4).
Discernimiento - la habilidad de pensar bíblicamente acerca de todas las áreas de la vida - es indispensable para una vida que no se deja comprometer. ¡Es obligatorio para el cristiano tomar el discernimiento que Dios ha proveído en su preciosa Verdad! Sin el, los cristianos están en riesgo de ser "sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina" (Efesios 4:14).

Formación doctrinal de la iglesia local - por Evis Carballosa (España)

I. INTRODUCCIÓN

Enseñar significa impartir conocimiento, capacitar o proporcionar instrucción. Para poder enseñar es necesario que haya:
• un enseñador o maestro,
• alguien a quien enseñar o alumno/discípulo y.
• algo que enseñar, material o contenido de la enseñanza.
La iglesia cristiana se ha caracterizado, entre otras cosas, por su magisterio. El ministerio de la enseñanza es central en la iglesia local y nada es más importante en la iglesia local que la doctrina. La doctrina une o separa a los creyentes.
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles ... " Hch. 2:42

II. DEFINICIONES

1- Doctrina (gr. didaché): Aquello que se enseña (véase, Mr. 1:27; Jn. 7:16; Hch 7:19; Ro. 6:17; 16:17; 2 In. 10; Al'. 2:24; también, Hch. 2:42; 2 Tim4:2)
2- Otro vocablo griego usado en el NT es didaskalía que también se traduce "enseñanza" o "instrucción" (véase, Rom. 12:7; 15:4; Ef. 4:14; 1 Tim. 4:6, 13, 15; 5:17; 6: 1,3; 2 Tim. 3: 10, 16; Tit. 2:7, 10.
3- La expresión "sana doctrina" (hvgiainoúsei didaskalíai) (véase, 1 Tim. 1:10; 2 Tim 4:3: Tit. 1:9; 2:1) Quiere decir "doctrina saludable" o "doctrina que goza de buena salud." En cada contexto. la expresión se relaciona con enseñanza que está en conformidad con la verdad enseñada en la Sagrada Escritura. Tanto didaché como didaskalías enfatizan el contenido de lo que se enseña.
El vocablo "doctrina" no aparece en el Antiguo Testamento (AT). Los términos "ley," "preceptos," "estatutos" y otros Similares pueden considerarse como sinónimos de "doctrina" (véase, Josué 1:8, Salmos 1; 19:7-14, También Ex. 4: 15; Deut. 31:9-13). En el AT, la enseñanza de la doctrina tenía que ver con el conocimiento y la ejecución de la voluntad divina.
En el Nuevo Testamento (NT), la doctrina llamada sana tenía que conformarse con el Evangelio de Jesucristo, es decir, la vida, obra, muerte, resurrección y glorificación del Señor.

III. IGLESIA LOCAL

Es el conjunto de creyentes en Cristo, bautizados que se reúne sistemáticamente para adorar a Dios, para ser edificados mediante el ejercicio de los dones y que se someten a la disciplina de sus sobreveedores . Una función primordial de la iglesia es la evangelización de los perdidos y la instrucción de sus miembros mediante el estudio de la Palabra de Dios.
Resumiendo, la iglesia local tiene la responsabilidad de enseñar a todos sus miembros la sana doctrina, es decir, todas las verdades relacionadas con la fe cristiana tal como la enseñaron los apóstoles y tal como se encuentra revelada en el NT.

IV. LAS DOCTRINAS FUNDAMENTALES DE LA FE CRISTIANA

1. La doctrina de Dios.
La fe en un solo Dios vivo y verdadero es el primer gran fundamento de la fe cristiana (véase, Gen. 1: 1; Deut. 6:4; 1 Tim. 2:5-6).
1.1. La Biblia enseña que hay un solo Dios. (Deut. 6:4; Stgo. 2:19).
1.2. La Biblia enseña que hay tres personas divinas (Trinidad).
1.2.1. El Padre es Dios - Jn. 1: 18; 6:27; 1 Pedo 1:2
1.2.2. El Hijo es Dios - Jn. 20:28; Mí. 9:4; Jn. 1:1-3
1.2.3. El Espíritu Santo es Dios - Hch. 5:3-4; 1 Co. 2:10
2. La Biblia enseña la deidad de Cristo (Fil. 2:5-11; Col. 1:15-18; Heb. 1:1-14).
3. La Biblia enseña la personalidad y la deidad del Espíritu Santo (Jn. 14: 15-17,26; 15:26; 16:7-15; Hch. 13:1-13; 15:28; 1 Co. 2:6-16).
4. La Biblia enseña que la salvación es la obra de la gracia de Dios mediante la muerte y la resurrección de Cristo que se obtiene sólo mediante la fe en la persona del Salvador. (Jn. 3:16-18; 5:24; 6:47; Hch 4:12; Rom. U6; 3:21-26; 10:9-10).
5. La Biblia enseña la autoridad y la inerrancia de las Sagradas Escrituras. (Salmos 119:89; 19:7-11; Lc. 24:25-27,44-49; Jn. 10:31-36; Rom. 3:1-2; 2 Tim. 3:15-17; 2 Pe. 1:21; Apo. 22:18-19).
6. La Biblia enseña que Dios es el creador absoluto de todas las cosas, incluyendo al hombre.
6.1. El mundo no es producto de la casualidad.
6.2. El mundo no es producto de la evolución.
6.3. La Biblia enseña claramente que el origen del hombre yace en el acto soberano, especial y creador de Dios (véase, Gen. 1:27; 2:7; Coll: 16; Ap. 4: 11; 10:6).
7. La Biblia enseña la doctrina del pecado tanto en el ámbito angelical como en el humano.
7.1. El pecado entró en el ámbito angelical por la rebelión de Lucifer. (Isa. 14: 12-17; Ez. 28:11-19; 2 Pe. 2:4; Judas 6).
7.2. El pecado entró en el ámbito humano por la desobediencia de Adán. (Gén. 3:1-6; Rom. 5:12,19; 2 Co. 11:3; 1 Tim. 2:14; Jn. 8:44; Ef. 2:2)

Cuestiones a considerar
• La universalidad del pecado
• La depravación total del hombre
• ¿Es Dios el autor del pecado?

8. La Biblia enseña la doctrina de la Iglesia
8.1. La iglesia no es una continuación de la nación de Israel (1 Co. 10:32)
8.2. La iglesia está fundada sobre la muerte, resurrección y glorificación de Cristo (véase, M1. 16:18; 1 Co. 3:11; 1 Pe. 2:4-8).
8.3. La iglesia es constituida por el bautismo del Espíritu Santo (véase, Hch 2; 1 Co. 12:13; Jn. 7:37-39; Hch. 1:5; 11:16).
8.4. La iglesia era "un misterio" en el AT pero fue revelada a los apóstoles en el NT (Ef. 3:5-7; Col. 1:26-27).
8.5. La iglesia está basada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20-22).
8.6. La Biblia enseña que la iglesia debe ser gobernada por ancianos dotados por el Espíritu Santo para el ejercicio de sus funciones (véase, Hch. 13:1-3, 21-23, 20: 17,28; Fil. 1: 1-2; 1 Tim. 3: 1-7); Tit. 1:5-9).
8.7. La Biblia enseña que la iglesia debe observar las ordenanzas hasta que el Señor venga.
8.7.1. El bautismo (Mí. 28:19-20).
8.7.2. La mesa del Señor (1 Co. 11:23-34).
8.8. La Biblia enseña que la iglesia será arrebatada y trasladada a la presencia del Señor antes de la gran tribulación (véase, Jn. 14:1-3; 1 Tes. 5:9; 1 Tes. 4:13-18; Apo. 3:10).
9. La Biblia enseña la existencia de seres creados por Dios llamados ángeles (véase, Job 38: 1-7; Le. 2:13; 1 Pe. 1: 12; Heb. 1: 14; Judas 6).
10. La Biblia enseña la existencia de Satanás y de los demonios (véase, Ez. 28:14; 2 Co. 11:3; Ap. 12:17; 2 Tim. 2:26).
11. La Biblia enseña que habrá una condenación eterna para todos los inicuos (véase, Mí. 5:41; 2 Tes. 1:3-12; Apo. 20:10-15).
12. La Biblia enseña que Dios consumirá su plan eterno y creará nuevos cielos y una nueva tierra (véase Rom. 8:20-25; Mí. 24:1-51; Apo. 20-22).
12.1. Dios destruirá a todos sus enemigos.
12.2. Habrá una resurrección gloriosa para los redimidos (primera resurrección).
12.3. Habrá un reinado glorioso del Mesías en la tierra.
12.4. Habrá una resurrección y un juicio final para los inicuos.
12.5. Habrá una creación de nuevos cielos y una nueva tierra donde morará la justicia.
12.6. El mal será derrotado para siempre.

V. LA EJECUCIÓN DE LA ENSEÑANZA EN LA IGLESIA LOCAL

1. La enseñanza debe ser bíblica. Aunque se use material de apoyo, el contenido debe basarse siempre en la autoridad de la Biblia.
2. La enseñanza debe ser sistemática. Es decir, debe seguir un orden.
3. La enseñanza debe ser deliberada. Es decir, debe seguir un plan, una meta, un objetivo concreto.
Debe haber un diseño bien trazado de enseñanza en la iglesia local
4. La enseñanza debe realizarse por personas a quienes el Señor ha dado el don de maestros.

Nota: Las personas con el don de maestro deben esforzarse para perfeccionar el don que han recibido mediante el estudio y la práctica de la enseñanza.

VI. CONCLUSIÓN

La iglesia local debe enfatizar y promover la enseñanza de la doctrina entre sus miembros con el fin de formar; y preparar a los creyentes para una mejor comprensión y ejecución de la voluntad de Dios. La enseñanza de la doctrina debe efectuarse a todos los niveles de edades y de profesión.

Hay un buen número de obras en castellano que pueden ayudar a la buena enseñanza doctrinal en la iglesia local. Recomendamos los siguientes:

Lewis S. Chaffer - Grandes Temas Bíblicos, Editorial Vida
Lewis S. Chaffer - Teología Sistemática, Publicaciones Españolas.
Charles C. Ryrie - Teología Básica, Editorial UNILIT.
Charles C. Ryrie - Síntesis de Doctrina Bíblica, Editorial Portavoz.
R.C Sproul - Las Grandes Doctrinas de la Biblia, Editorial FLET/LOGOI
Emery H. Bancroft - Teología Elemental,
Louis Berkhof - Teología Sistemática, Casa Bautista de Publicaciones.
Louis Berkhof - Introducción a la Teología Sistemática,
Samuel Pérez Millos - Síntesis de la Fe, Editorial CLIE.
Harold F. Willmington - Auxiliar Bíblico Portavoz, Editorial Portavoz.


ANEXO – Cuestiones Prácticas
Por José O. Telmo

La implementación de un programa de formación doctrinal demanda decisiones de los máximos responsables de la iglesia local. Decisión que ha de ser tomada de manera meditada y en oración, prestando atención a la situación espiritual de cada uno de los creyentes que la forman, ya que debe alcanzar a todos ellos.

Asimismo resulta importante un previo repaso por parte de los responsables de la iglesia, de las grandes verdades doctrinales y definir el material a emplear para que nadie quede privado de él.

La forma que adquiera la enseñanza puede ser tanto en reuniones generales de la iglesia como en pequeños grupos de estudio. Eso queda al mejor criterio de los responsables pero observando que todos deben estar incluidos. Es sumamente recomendable que de alguna manera se pueda verificar la asimilación de la enseñanza impartida e ir siguiendo el progreso de la misma. Esto puede hacerse atendiendo a ciertos indicadores del proceso de formación:

a) la capacidad de los creyentes en entender y retener lo que se enseña;

b) la manera en expresan con sus palabras la enseñanza recibida;

c) el grado en que lo aplican a sus vidas;

d) la habilidad en distinguirla de otras enseñanzas.

Ser Sal y Luz - Por Américo Giannelli

La porción de Mateo 5:13-16 a la que nos hemos referir, completa las bienaventuranzas y brinda de esa manera una introducción al resto de sermón. Las parábolas de la sal y la luz son dos breves figuras que nos dan una idea de lo que el Señor Jesús espera de sus discípulos.

La expresión “vosotros sois”, indica claramente una responsabilidad para los discípulos de Cristo, ya que son ellos (y por extensión nosotros) los que deben exhibir virtudes que se asemejan a los efectos de estos dos elementos tan sencillos y cotidianos.

Teniendo en cuenta que las propiedades de la sal, dar sabor y preservar alimentos, y la de la luz, alumbrar, esto habla de la influencia que producen; es claro que el Señor nos esta hablando de que el carácter y el testimonio del cristiano (marcado por las bienaventuranzas) debe ser tal que deje un huella en la sociedad en la que vive.

Se dice que en la sociedad posmoderna en la que vivimos, que desecha ideologías y absolutos, el testimonio personal puede seguir siendo un argumento indiscutible para la evangelización. Lamentablemente vivimos un tiempo en que la iglesia no tiene ese impacto, ya que no siempre somos sal y luz, por lo menos en la medida que Jesucristo lo desea.

Si tuviéramos que enumerar algunos factores que nos ayudan a lograr este alto objetivo, podríamos identificar tres:

En primer lugar, el apego a las Escrituras. El estudio de la Biblia debe ocupar un lugar importante en la iglesia de hoy, recordemos que el varón bienaventurado del salmo 1, es aquel que “en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de noche”, es decir encuentra placer en la Palabra de Dios y además la tiene siempre presente en la mente y el corazón. También es bueno recordar que los creyentes tenemos la responsabilidad de anunciar la Palabra de Dios, y de hacerlo de manera acertada. Por eso pensamos que especialmente el liderazgo de la iglesia debe capacitarse para predicar la Palabra (2ª Timoteo 4:1-4). Es bien cierto que nadie puede dar lo que no tiene, nadie puede enseñar lo que no ha aprendido. En vista de la enorme responsabilidad que tienen, los pastores, los maestros, los líderes deben estudiar la Biblia en forma sistemática y completa.

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, es fundamental considerar la ética bíblica, sobre esto podemos hallar distintas definiciones, una de ellas dice que: "es la ciencia de la conducta humana, tal como está determinada por la conducta de Dios". Es decir, la manera como impacta las leyes divinas y el accionar humano.

El apóstol Pedro escribe sobre ética bíblica y dice que: "Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1ª Pedro 1:14-16). La ética habla de conducta, de acciones, en donde el patrón de medida o la regla confiable es Dios y su Palabra.

Es nuestra responsabilidad, tener una actitud de humillación y dependencia hacia la dirección del Espíritu y la Palabra para depender de la ella como norma confiable de conducta. El problema es que la gran mayoría de los cristianos sabemos más de lo que practicamos. Hemos progresado en la parte teórica solamente, sin embargo ese acto de humillación al que nos referimos, puede ayudarnos a pasar a la práctica de todos los días las enseñanzas que recibimos.

Debemos pensar que un liderazgo sin ética bíblica adolece de un problema doble, primeramente de falta de autoridad espiritual, ya que el siervo está en conflicto con el Señor, y eso es grave, pero también con la enseñanza que transmite, porque no la vive, por tanto cree en ella. En segundo lugar, el problema es la falta de autoridad en el ministerio, haciendo realidad aquello de: “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”, esta conducta a la larga termina mal, produciendo intranquilidad y desánimo entre los hermanos. Como dijimos al principio, la sal y la luz hablan de influencia, por eso la conducta del líder cristiano, debe ser ajustada a la Escrituras produciendo así un impacto en la iglesia y en la sociedad.

Finalmente, el tomar decisiones con criterio bíblico es un factor central en esta tarea de influenciar. Pensar que la Biblia es simplemente una enumeración de reglas es un error, por el contrario en ella encontramos principios que nos enseñan como debemos ser y hacer.

Todos los días y a cada momento nos hallamos frente a la toma decisiones (laborales, familiares, eclesiásticas), algunas cruciales otras tal vez sin mayor trascendencia, pero en todos los casos deben ser tomadas en forma correcta, ya que uno nunca sabe hasta donde llegan las consecuencias de nuestras acciones.

Un ejemplo muy ilustrativo es el tema de los cambios. En el presente vivimos un tiempo de renovación, el mundo cambia con absoluta rapidez, y la iglesia que no es de este mundo pero que vive aquí, muchas veces se ve arrastrada por esta situación. Mucho se escucha decir que es necesario hacer cambios, y en un sentido esto es muy cierto ya que debemos llevar el evangelio a una sociedad compleja e inquieta, pero no es menos cierto que se están tomando decisiones que poco ayudan al objetivo de predicar el evangelio a toda criatura. Podemos ver tres errores comunes que se están dando y de los cuales deberíamos estar advertidos: 1) Cambiar por el mero hecho de cambiar, pensar que lo viejo por ser viejo no sirve mas, 2) Cambiar confundiendo métodos con doctrina, muchos desaciertos se están llevando adelante, y 3) Cambiar sin evaluar que un cambio necesariamente lleva a otro, siendo después muy difícil remontar un error.

¿Qué nos ayuda a tener criterio bíblico? Recordamos las palabras del Señor Jesús refiriéndose al Espíritu Santo: “él os guiará a toda verdad” (Juan 16:13). El Espíritu es el agente revelador de las Escrituras (2ª Pedro 1:21), y en la actualidad cumple un ministerio importante iluminando nuestra mente llevándonos hacia la verdad de Dios. La obra del Espíritu es importante, pero no menos la presencia de la Palabra de Dios, Pablo a los Colosenses les dice que la “palabra de Cristo more en abundancia” en cada uno de nosotros, con un propósito bien definido “enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría” (Col. 3:16). Tenemos un buen criterio para tomar decisiones, cuando la enseñanza, el ejemplo y la sabiduría de Cristo se hacen patente en nuestra vida.

Por último, pensamos que la iglesia está llamada a ser una buena influencia, no a esconderse, sino a manifestarse con toda claridad en este mundo de tinieblas, pero para que esto suceda, los líderes de la iglesia en primer lugar debe ser ellos sal y luz, dejando una impronta que sea seguida por el resto de la congregación. ¡Hermanos Dios nos bendiga en tan desafiante pero hermosa tarea!