martes, 6 de septiembre de 2011

CON PADRES Por Jorge A. Pluis

La Biblia destaca en forma reiterada el gran privilegio y la tremenda responsabilidad que significa el “ser padres”. Recordemos que la familia fue diseñada por el Creador mismo y es la primera institución establecida para beneficio la sociedad humana.
No debe extrañarnos que esté en la mira del enemigo. Satanás odia todo lo bueno y sigue trabajando para que, tal como pasó en Egipto, los niños sean expuestos a la muerte
.(Hch.7:19) Terrible ¿verdad? Pero la realidad es que el sistema “mundo” está bajo el maligno. (1ra Jn 5:19) y debemos luchar contra la corriente, asidos de la Palabra de Vida (Fil.2:16) Los hijos son una bendición, una herencia del Cielo, puesta en nuestras manos para criarlos para EL. Se destaca como una BUENA OBRA en 1ra ti. 5:9 y 10. Lleva premio, hay galardón para quien toma del Señor las palabras de Ex. 2:9 “Lleva este niño y críamelo, y YO te lo pagaré”. Vea a Dios teniendo comunión con Abraham, su amigo, ”Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová.” (Ge. 18:19) Eso es lo que agrada a Dios, lo que El quiere que nosotros hagamos. No deje de leer Deuteronomio 6:6 al 9. “Y las repetirás a tus hijos”, “Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes” (Deut. 11:19) No hay comparación entre las pocas horas que un niño pasa en la Iglesia y las que transcurren en el hogar, donde la enseñanza es permanente, no solo con palabras sino fundamentalmente con el ejemplo. David recuerda a su madre en el Salmo 86: “Soy hijo de tu sierva” y Salomón no olvida a sus padres en Prov. 4:3 y 4 “Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba y me decía…” Y qué decir de Génesis cap. 22 donde Abraham y su hijo Isaac se encaminan hacia el monte Moríah. El hijo ha visto a su padre adorar al Dios Altísimo, conoce la forma del culto. Sabe que falta “algo” y pregunta “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” Y el padre responde, hay un diálogo. Es tiernísima la frase que se repite dos veces, padre e hijo IBAN JUNTOS y unidos crecieron en la fe mientras compartían el peregrinaje hacia la Ciudad Celestial.(He. 11: 9 y 10)
El mandato de Dios es claro : “Mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa LA GENERACION VENIDERA, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos.” (Sal. 78: 5,6 y 7) Y la próxima generación está en nuestras manos, dentro del mismo hogar. Tal vez nos falte ese tiempo de “traspaso generacional” Recordemos el fracaso que significó para el pueblo de Israel. Lea Jueces 2:6 al 10 “Y se levantó otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que El había hecho” Pensamos que hubo una falla en los mayores, ya que los jóvenes crecieron sin apropiarse del conocimiento del Dios verdadero, de sus grandes hechos, de su ley perfecta. Y hablamos del conocimiento que SALVA, porque nos cambia la vida. “Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Jn. 17:3) ESTA ES LA VIDA ETERNA.
Todos deseamos que nuestros hijos nos superen, que vuelen más alto, que lleguen más lejos. “No soy mejor que mis padres” era una confesión de fracaso al no haber alcanzado la meta. Esta tarea no concluye nunca. Siempre serán nuestros hijos. “el nene”, “la nena” aunque hayan pasado el medio siglo de existencia. ¿Recuerdan a Job? Rogaba por sus hijos ya crecidos, viviendo en sus propias casas pero recibiendo el apoyo espiritual de un padre amante que se preocupa porque tengan una buena relación con el Todopoderoso. ¿Qué mejor herencia podemos dejarles sino instruirlos en el camino bueno y recto? Guiarles hacia una vida de piedad que “para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1ra Ti. 4:8) La piedad no se hereda. La relación con Dios es personal. Pero el ejemplo que podemos dar es una evidencia a la vista, y la llama de la fe puede encenderse en cada generación por un genuino reconocimiento de Jesucristo como Señor y Salvador. “La fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primeramente en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2da Ti. 1:5) Así le habla Pablo a su hijo Timoteo.
Hay una ley de vigencia permanente, es la de la SIEMBRA Y LA COSECHA. “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2da Corintios 9:6)
¿Cuánto tiempo invertimos en sembrar la semilla de la Palabra de Dios? (Luc. 8:11) ¿Cómo lo hacemos? 1ra Cor. 16:14 nos anima :”Todas vuestras cosas sean hechas con amor” ¿Regamos con oración el precioso terreno?.
Nada es fácil y lo valioso tiene su costo. Pero en tu casa estás criando una MARIA, un TIMOTEO, una ANA, quizás un SAMUEL o un MOISES. Ahora es el momento para actuar. Baste ya el tiempo perdido. Tenemos un trabajo en nuestro propio hogar y recuerde que esta labor hecha en el tiempo, repercute para la eternidad.
Un abrazo, DIOS ESTA CON NOSOTROS

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